Al menos, saber tu nombre.

Quiero saber en qué lado la cama prefieres dormir, si al cepillo de dientes le pones la tapa o si te cuesta un mundo hablar recién despierta. Te miro y esas son las cosas que quiero saber de ti, no tu  apellido ni tu edad, ni si estudias o trabajas. No es relevante. Me gustaría saber Si son impares los lunares en tu espalda, si tomas manzanilla cuando te duele la tripa, si te gusta el mar o la montaña, si también te parece que se habla demasiado de los años ochenta, si gritas con las pelis de miedo, si lloraste con la muerte de Mufasa, si pelas la manzana o te comes la piel. ¿Tren o avión? ¿Verano o primavera? ¿Té o café? ¿Huerta o Malasaña? ¿Te gusta el fútbol? Necesito saber tantas cosas pero tenemos poco tiempo y tengo el defecto de no saber abreviar. Por eso, en estos escasos tres minutos que podré tenerte cerca, te mostraré lo mejor de mí y aprenderé lo máximo de tu vida.

La verdad es que llevo mucho tiempo mirándote, agazapado entre las sombras, oculto detrás de los que considero mejores que yo, más guapos, más fuertes, con más oportunidades, aquellos a los que dedicas las sonrisas más amplias. Seguro que no has reparado en mí, en el enclenque pesado que ya te ha pedido tres copas y que, te confesaré, no se ha tomado ninguna. Porque lo que yo quiero es hablar contigo, que me dediques ese guión que te sabes de memoria y repites de manera autómata y sin ninguna emoción. ¿Cuántos años tienes? Perdona, que pregunta más inapropiada. ¿Vives muy lejos? ¿Tienes coche? ¿Cuál es tu olor favorito? ¿Eres de estor o de persiana? ¿De edredón nórdico o de manta, colcha y sábana? Los domingos por la tarde, ¿te gusta pasear o quedarte en casa? El cine, ¿doblado o en versión original? ¿Qué tipo de música escuchas? ¿Cantas en la ducha? Quizá no te interese nada de mi vida, pero si me dieras la oportunidad estoy seguro de que podríamos crear algo maravilloso entre nosotros. ¿Te gusta trabajar aquí? No, claro, qué tontería, seguro que odias este trabajo pero tienes que hacerlo, sea por lo que sea, ya me contarás por qué estás aquí y no en otro lado. ¿Eres más de dulce o de salado? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Quieres pasar conmigo el resto de la noche? Para mí sería como pasar a tu lado el resto de mi vida, fíjate si me conformo con poco. O con nada. O con las migajas del tiempo que te sobre, con eso mismo me conformo. Estoy tan enamorado de ti que una simple palabra tuya bastará para contentarme.

¿Te estoy agobiando? Si lo prefieres me voy y vuelvo más tarde. Estoy muy nervioso, más que nunca, más que en todos estos últimos meses en los que todos los sábados me obligo a venir a verte, a mi camarera favorita, la que me llena de alegría el fin de semana y me da energías para superar la semana siguiente. Te amo en secreto y de manera intensa y mortuoria, como  es el amor de verdad, como es el amor oculto que no puedes confesar, que te desgarra por dentro y te obliga a una vida de silencio y anonimato, que te obliga a vivir bajo una realidad de monólogos interiores que suenan a conversación mientras miras, escondido, absorto y sin pestañear a quien te provoca esa sensación. Te mueves en la paradoja de amar y no querer que ese amor se conozca porque en el fondo prefieres mantener el secreto por esa inseguridad que te caracteriza, esa estúpido inseguridad que te define y marca tus pasos. Esta maldita inseguridad. ¿Tú eres insegura? ¿Eres valiente? Pero tú me das seguridad, la seguridad de saber que el próximo sábado aquí estarás, y yo también, y así hasta que un día desaparezcas y yo no tenga más remedio que asentarme en el abismo que eso me provoque. ¿Alguna vez has amado tanto que te acaba por doler, que amor y sufrimiento se convierten en sinónimo pero que no te imaginas amar de otra manera? Este amor quizá sea eso, algo destinado a no pasar de lo oculto y de lo doloroso. ¿Tomas medicamentos cuando te enfermas? ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de tu infancia? ¿Has ido a la universidad? ¿Eres consciente de que vengo aquí solo para verte? ¿Eres consciente de que estoy totalmente enamorado de ti? Puede que esta pregunta no sea apropiada, pero tengo que hacértela porque realmente necesito saber si lo dejarías todo para venirte conmigo esta noche,ahora mismo, y dejarme cumplir la fantasía de pasar el resto de mi vida junto a ti. Si sabes lo que estoy pensando y tú sientes lo mismo, por favor, hazme una señal, deja caer un vaso, coge un hielo con la mano, haz como que saludas a alguien que está al fondo de la sala. O simplemente mírame y hazme un gesto para que te espere fuera.

¿Eres de soñar despierta? ¿Piensas también que en la mente la realidad es mejor porque podemos estructurarla a nuestro gusto? ¿Crees que cualquier persona, por mediana que sea su capacidad de interesar al mundo, puede tener una oportunidad de vivir una experiencia maravillosa en su vida? ¿Piensas que todos tenemos el derecho vital de ser felices? Si no te importa, antes de marcharme y desaparecer de tu vida hasta el próximo sábado, me gustaría saber cómo te llamas.

Porque así, sabiéndolo, podré ponerle nombre a mis fantasías.

Y también a mis frustraciones.










          

Comentarios