Hablar de amor.

En estos días en los que nos preocupa todo, más incluso de lo que debería, hablamos poco de amor, se nos olvida que existe y que lo tenemos delante de nosotros mismos. El mío está, mientras escribo estas líneas, sentado a mi lado, leyendo, y solo puedo mirarla de soslayo mientras pienso que es realmente maravillo hablar de amor, pero más maravilloso aún es sentirlo y tenerlo al alcance de la mano. Pero parece ser que, inmersos en la lucha del día a día, se nos olvida hablar de amor. Hablamos de lo dura que está la vida, que sube la gasolina, que cada vez cuesta más llegar a fin de mes, de lo cara que está la cesta de la compra, hablamos de guerras, de vencedores y vencidos, hablamos de muchas cosas, pero se nos olvida hablar de amor. Se nos olvida que a él también le gusta que le quieran y que de vez en cuando le digamos cuánta falta nos hace. Se nos olvida hablar de amor y al final hablamos de cualquier tontería menos de las cosas que son realmente importantes. 

Se nos olvida hablar de amor y él piensa que le hemos olvidado. Y no, no debería ser así. No podemos olvidar hablar de la fuerza que nos provoca, de la alegría que nos contagia ni de los poderes que nos confiere. No deberíamos olvidar la sensación de tranquilidad que nos produce ni tampoco del dulce desasosiego que nos aprieta cuando lo anhelamos. Podemos caer en el error de olvidar hablar de amor y olvidar que nos hace crecer y madurar, que nos impulsa a perseguir sueños inalcanzables y a hacer cosas increíbles, a marcarnos metas a priori irracionales y hacerlo con naturalidad porque sabes que si caes alguien te va a levantar. Se nos olvida hablar de amor y solo hablamos de todo lo que nos molesta, de que si la gente anda asilvestrada por la calle, de que si la vida se desvirtua, de que hace demasiado calor y al minuto nos quejamos del aire acondicionado. Nos quejamos y hablamos de tantas cosas que nos molestan que se nos olvida hablar de amor. Se nos olvida hablar de algo que debería estar en boca de todos. Se nos olvida hablar de amor y en todo momento deberíamos mantener esa conversación. 

En estos días en los que nos preocupa todo, incluso nos inventamos problemas que antes no existían, hablamos poco de amor. Se nos olvida hablar de amor olvidando que hay quienes necesitan que les recordemos que les queremos. Se nos olvida hablar de amor y no somos capaces de recordar cuándo dijimos te quiero sin que la otra persona lo esperase. Eso, estoy seguro, es hablar de amor. Porque parece que se nos olvida que sin amor sería más complicado vivir, no imposible, pero sí menos interesante. Porque el amor nos produce una sensación de armoniosa tranquilidad que nos despeja la mente para que así la ocupemos en cosas realmente importantes. Se nos olvida hablar de amor y eso provoca que la gente vaya sola a los bares, a los restaurantes, que sientan solas y olvidadas, todo ello porque en algún momento se olvidaron de hablar de amor.

En estos días en los que nos preocupa todo, incluso cosas que jamás nos preocuparon, hablamos poco de amor y parece que eso poco o nada nos importa. ¿Amor? ¿Pero el amor pone la comida encima de la mesa? ¿Paga el alquiler? ¿Paga las facturas? ¿Nos hace mejores personas? No, no, tampoco y sí. No pone la comida sobre la mesa pero te pone a alguien delante para compartirla. No, no te paga el alquiler pero consigue que en esa casa vivas con quien amas. No, tampoco paga las facturas, pero tampoco las pagan tus seguidores de Facebook y a ellos no se lo reprochas. Y sí, te hace mejor persona, eso no lo dudes. 

En estos días, en los que hablamos de cualquier tontería como si fuese la cosa más importante, se nos olvida hablar de lo esencial. Se nos olvida hablar de amor. 

Corre, aún estás a tiempo de empezar la conversación, di la primera palabra antes de que nadie quiera hablar contigo.

Antes de que a nadie le apetezca hablar contigo de amor. 


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