Irritación

Y así, al final del día, derrotado en el sofá, dejándote vencer por el tedio y el hipnótico poder de la televisión, llegas a creer que estás muerto porque parece que a nadie le importas, y si a nadie le importas realmente, piensas, que estás muerto. O que estás muerto o que eres un fantasma, que para el caso, piensas, es lo mismo. Quizá, piensas, le importas demasiado poco al mundo porque en el mundo hay ya mucha gente con demasiada notoriedad. Por eso te callas, dejas que otros se lleven los méritos, dejas que otros hagan ruido. Hoy venía a hablar de otra cosa, ya no recuerdo de qué, pero resulta que mi alma tiene otras urgencias.

El mundo está lleno de cabrones y tú no podrás hacer nada para remediarlo. El mundo está lleno de vendehúmos, amigos de lo fatuo y la apariencia, sinvergüenzas que se aprovechan del buen hacer de los demás, de su buena intención. El mundo está lleno de víboras de grácil lengua que engatusa y engañan. El mundo está lleno de oportunistas, de ventajistas, de arribistas, de desaprensivos, de marrulleros, de pícaros sin gracia, de fantasmas que al contrario que tú sí son visibles al resto de mortales. El mundo está lleno de tiranos que hacen del yomimeconmigo su dogma vital, el mundo está lleno de ese tipo de personas y por mucho que tú quieras, terminando ya un día que evidentemente, señoría, no ha sido bueno y de ahí este alegato de rencor y desprecio, te gustaría borrar del mapa, mañana seguirán pisando por donde tú pisas y contaminando el aire que tú intentas respirar.  Prometo de verdad que venía a hablar de otro tema, pero sigo sin acordarme.

El mundo está infectado de aprovechados, de usurpadores de la dignidad y las buenas mentes que le rodean, de presencia alegre e integridad baladí, listillos, bravucones inseguros, elegantes mentes vacías, que expulsan un veneno que parece dulce e inocuo y quema más que una hoguera. Sí, seguro que sabes a quién me refiero, podrías hacer una lista con el nombre de todas esas personas, pero estás tan hundido en el sofá que te da pereza moverte y piensas que da igual, que hagas lo que hagas en el mundo amanecerán mañana los mismos cabrones malintencionados que intentarán sobresalir por encima del resto. Eso no va a cambiar y por mucho que te queme por dentro, por mucho que la ira escarbe entre los lugares más recónditos de tu cerebro, acabas por ir a la cocina a por un vaso de leche fresco y unas galletas pensando que quizá otro día deberás ir pensando en la venganza, que hoy ya es demasiado tarde y tienes sueño, que quizá sea mejor cerrar los ojos para que desaparezca ese dolor de cabeza que lleva acompañándote todo el día. Ya mañana, si eso, pensarás que hacer cuando te levantes del sofá.

El caso es que ahora acabo de recordar que quería hablar de la suave transición entre el verano y el otoño y como el final del verano intenta darnos una perspectiva de renovación y cambio que nos impulsa para darle una giro a nuestra vida, era de eso de lo que quería hablar. Pero eso ya no importa. 

Comentarios

Publicar un comentario