Envidia.

             Si alguna vez te has preguntado si es normal y lógico sentir envidia (y odio) por aquellas personas que tienen la vida que tú crees merecer o que al menos te gustaría, hoy vengo a decirte que sí, que lo es, que tienes todo el derecho y casi la obligación de tener esos sentimientos. Si la envidia te invade cada vez que miras Facebook o cada vez que te llegan noticias de algo, tranquilo, eres humano y como humano, sientes envidia por el simple hecho de que crees merecer más de lo que tienes. Y seguramente sea verdad.

        También vengo a decirte que la envidia sana no existe. La envidia, por definición, es un mal sentimiento ocasionado por la desdicha de poseer lo que posee el otro, por eso decir que tenemos envidia sana de alguien es cinismo. Porque no, realmente no nos alegramos al cien por cien de los éxitos de alguien y que creemos nuestros. Y al 
final acabas viviendo a base de mentiras, piadosas, pero mentiras a fin de cuentas. Sabes a lo que me refiero, sabes perfectamente que esas mentiras son del tipo “si no he conseguido eso es porque no tenía que conseguirlo, ya conseguiré algo mejor”, “si no he conseguido aquello será porque me espera algo mucho más bueno aún”, “no me merezco tanta mala suerte pero estoy convencido de que en cualquier momento esto va a cambiar”.

            Escúchame, te estás mintiendo y de la manera más triste, porque cuando te mientes a ti mismo no tienes a nadie más que culpar si nada sale como esperas. No puedes culpar a todos aquellos que en Facebook publican a los cuatro vientos que la vida les va de puta madre, vida que crees que por derecho te pertenece. Vida que, como dije al principio, debería ser la tuya pero no tienes. Pero mientras tanto te acabas creyendo esas mentiras infantiles que tú mismo inventas solo por sobrevivir cada mañana al estruendo del despertador sin que levantarse sea más difícil de lo que realmente es. Al final acabas odiando a todas esas personas de tenerlas tanta envidia, envidia de la más mala que pueda existir. Sé lo que alguien puede estar pensando, que guardemos nuestros lloros porque hay gente que está peor. Ok, eso no lo podemos negar, hay gente más jodida que nosotros, gente con problemas mucho mayores, pero todos tenemos problemas reales y todos tenemos que quejarnos de ellos porque sino al final acabas de aceptar que tu vida es un fracaso y que vives porque estás vivo y no porque tengas vida.

            La envidia, así como el instinto de supervivencia, la ira, la desconfianza, el miedo, el instinto de reproducción y la curiosidad forman parte de nuestro ADN desde que éramos microrganismos marinos insignificantes. Por eso, amigos y amigas mías, envidiad, hacedlo cruel e insanamente de vez en cuando porque a fin de cuentas, si envidiamos, es porque sabemos que merecemos algo mejor, y entonces esa envidia se convierte en una primera reflexión, después en un primer paso, más tarde en una carrera y después en una ruptura y un cambio.


            Envidiad, malditos, envidiad al menos una vez a la semana porque al final, después de todo lo que he dicho, va a resultar que la envida es realmente sana.

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