Dust in the Wind

          Le observé, quieto, tan quieto que no parecía estar vivo, callado, protegiéndose tras las gafas de sol, totalmente ausente, quizá el café ya estaba frío y por eso la taza estaba en el otro extremo de la mesa. 

        Existen, empezó a decir cuando se acercó el camarero, muchas maneras de que un sueño comience, pero solo dos de que termine: abriendo los ojos y que así desaparezca o bien cerrarlos bien fuerte y pedir cinco minutos más para volver a dormir. Si los abrimos, el sueño se va y pensamos que bueno, si se fue será porque no tenía que ser. Si volvemos a cerrarlos es muy probable que no volvamos a soñar lo mismo, y si no lo conseguimos pensamos que, en fin, este sueño tampoco tenía que ser. Y el proceso será siempre el mismo, abramos los ojos o los cerremos. El sueño desaparece. No sé si te habrás dado cuenta, pero llevo bastante rato mirando a la pared. Tengo un ojo cerrado y el otro abierto. ¿Sabes por qué? Porque llevo meses teniendo y persiguiendo un sueño con tantas ganas que hasta dudo que sea moral hacerlo de esta manera. Quiero conseguirlo, de verdad que quiero, pero me resisto a pensar que lo merezca. Y mira, ese es el segundo café del día que dejo enfriar. Por eso te digo que existen dos maneras de acabar un sueño, pero en mi caso no quiero dejar de hacerlo, no quiero dejar de soñarlo, porque cuando lo hago el cuento siempre acaba bien, mi cabeza se relaja y en el estómago se produce el hormigueo ese como cuando besas por primera vez. ¿Sabes? Prefiero no tener total esperanza a perderla, prefiero seguir soñando. Y tú, ¿qué harías?

          Todo es como polvo en el aire, ¿sabes?...dust in the wind, ¿conoces esa canción? Dust in the wind...¿me entiendes? Cuando abres los ojos el momento ya se ha ido. Polvo, arena, lo que sea pero en el viento, así son los sueños y así son las ilusiones. Porque si las consigues el éxito dura momentáneamente y si no, la derrota, aunque dure un poco más, acaba también por perderse en el viento. ¿Lo ves? Lo consigas o no, todo es efímero; todo es polvo en el viento. ¿Te has parado a pensar cómo te has sentido cuando has conseguido hacer realidad una ilusión y cómo te has sentido cuando ésta no se ha cumplido? La victoria la saboreaste pero no demasiado, tenías seguramente un recelo a disfrutarla tanto que de alguna manera se te volviera en contra. Y cuando fracasaste, cuando no alcanzaste el sueño, hiciste lo imposible para creer que aquella simplemente no era tu oportunidad y que tenías que marcarte un nuevo objetivo. ¿A que sí?   Perdona, en realidad quería pedirte otro café a ver si esta vez soy capaz de tomármelo sin que se enfríe. Pero piensa en lo que te he dicho, piensa qué harías, si abrir los ojos para ver qué pasa o pedir que te dejen dormir cinco minutos más. Yo voy a seguir durmiendo, pero con un ojo abierto.

          El joven camarero volvió al cabo de unos minutos con otro café. El cliente bebió seguidos un par de sorbos y volvió a dejar la taza en la esquina más alejada de la mesa. Volvería a enfriarse.

          Y yo, que lo escuché todo perfectamente, seguí su ejemplo, cerré un ojo y fingí dormir mientras pensaba si sería buena idea despertar o seguir durmiendo.

           Aún ahora sigo sin tenerlo muy claro.

       




Comentarios

Publicar un comentario