De padre a hijo.
De la misma manera en la que dobla mi camisas dobla mis miedos todo el tiempo: de la manera más inteligente y delicada para que ocupen el mínimo espacio posible. Tan sencillo lo hizo siempre que parece fácil, pero solo ella supo y sabe cómo hacerlo. Solo ella lo sabe, cómo y por qué lo hace. Ahora me pregunto si lo merecía y si aún hoy sigo mereciendo que lo haga. Porque no ha dejado de hacerlo. Ni doblarme las camisas ni minimizar mis miedos. Y a tu pregunta, sí, la quiero, quiero a tu madre tanto que no me imagino sin hacerlo.
Ya ves, en realidad no sé muy bien cómo explicarte por qué la quiero. Seguramente porque ella me quiere tanto y tan bien que sería de necios de no hacerlo. Seguramente sea por eso por lo que la quiero, pero en realidad no sabría decírtelo en una sola frase. No muchas cosas, puede que demasiadas, o puede que no las suficientes, pero para mí son las más importantes. Por eso hablo de las camisas, porque es un detalle tonto, pero un detalle elemental para que lo entiendas. Ver cómo lo hace, con qué tacto, como si en realidad estuviera acariciándome por última vez antes de irme a la guerra, me enternece, me hace más vulnerable pero da una fuerza tremenda. Pero sobre todo me da una razón no solo para volver, sino para no querer desaparecer de su lado. Ni del tuyo, hijo mío, no me iría a ningún sitio sin vosotros. Donde sea, pero con ella. Donde sea, pero contigo. Donde sea, pero todos juntos.
Pensarás que estoy loco, pero de verdad que no, esto tiene mucho sentido. Y te vuelvo a repetir que del mismo modo en que las dobla reduce mis miedos y temores hasta la mínima presencia. Porque en la vida podemos ser genios, más listos o más guapos, podemos ser los mejores en nuestro trabajo, tener grandes ideas, correr más rápido, ser lo más fuertes, podemos ser lo que queramos ser, o lo que nos dejen ser, pero lo que te quiero decir con esto es que no podemos hacerlo solos. Siempre vamos a necesitar a alguien que nos susurre "tú vales cariño, tú vales mucho". Y creértelo, repetírtelo todo los días. Y no olvidarte que esa persona también necesita que tú le dobles su ropa aunque no te lo pida.
En definitiva, es por eso por lo que la quiero tanto. Y sé que me repito y que ya te hablé de todo esto, pero quiero que lo tengas siempre claro.
Necesitamos que alguien nos doble las camisas.
Ya ves, en realidad no sé muy bien cómo explicarte por qué la quiero. Seguramente porque ella me quiere tanto y tan bien que sería de necios de no hacerlo. Seguramente sea por eso por lo que la quiero, pero en realidad no sabría decírtelo en una sola frase. No muchas cosas, puede que demasiadas, o puede que no las suficientes, pero para mí son las más importantes. Por eso hablo de las camisas, porque es un detalle tonto, pero un detalle elemental para que lo entiendas. Ver cómo lo hace, con qué tacto, como si en realidad estuviera acariciándome por última vez antes de irme a la guerra, me enternece, me hace más vulnerable pero da una fuerza tremenda. Pero sobre todo me da una razón no solo para volver, sino para no querer desaparecer de su lado. Ni del tuyo, hijo mío, no me iría a ningún sitio sin vosotros. Donde sea, pero con ella. Donde sea, pero contigo. Donde sea, pero todos juntos.
Pensarás que estoy loco, pero de verdad que no, esto tiene mucho sentido. Y te vuelvo a repetir que del mismo modo en que las dobla reduce mis miedos y temores hasta la mínima presencia. Porque en la vida podemos ser genios, más listos o más guapos, podemos ser los mejores en nuestro trabajo, tener grandes ideas, correr más rápido, ser lo más fuertes, podemos ser lo que queramos ser, o lo que nos dejen ser, pero lo que te quiero decir con esto es que no podemos hacerlo solos. Siempre vamos a necesitar a alguien que nos susurre "tú vales cariño, tú vales mucho". Y creértelo, repetírtelo todo los días. Y no olvidarte que esa persona también necesita que tú le dobles su ropa aunque no te lo pida.
En definitiva, es por eso por lo que la quiero tanto. Y sé que me repito y que ya te hablé de todo esto, pero quiero que lo tengas siempre claro.
Necesitamos que alguien nos doble las camisas.
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