Pequeña Dorothy
Yo solo quiero ser como los demás. Correr, como lo demás.
Jugar y saltar, como hacen todos. Solo quiero ser normal. A mi me hicieron para
dar miedo, para asustar, me hicieron para que mi aspecto haga temer a quien
incluso sueña conmigo. Hicieron que mi sonrisa, cuando la tengo, sea
terrorífica, hicieron que mis manos fueran ásperas, frías, condenadas a no dar
caricias. Hicieron que mi cuerpo fuera alto y espigado, lúgubre, con los brazos
abiertos en una ridícula y cínica invitación al abrazo.
Me vistieron
con ropas rotas y rasgadas, de cualquier talla o color, sin hacer caso a los
dictámenes de la moda e incluso me pintaron la cara pensando que podría ser
divertido. Me pusieron un ridículo sombrero para que ni el Sol pudiera mirarme
a la cara, me subieron alto, muy alto, para que desde cualquier punto del
horizonte pudieran verme y saber hacia dónde no tendrían que ir.
Decían
de mí que podría arrebatarle el corazón a quien tuviera pesadillas conmigo, que
incluso la lluvia tenía miedo de tocarme. No recuerdo más voz que la mía porque
nadie se acercó lo suficiente para charlar. Nadie viene a preguntarme si tengo
frío en las noches de invierno o calor cuando el verano me abrasa lentamente.
Nadie se
preocupó por mí porque todos pensaban que no tenían que hacerlo. Porque no soy
normal, porque no puedo reír, no puedo llorar, no puedo sentir el alivio que
supone una caricia. No soy normal , no soy como lo demás y, como no lo soy,
parece que no merezco la caridad de quienes creen que lo son. Y por eso la soledad es mi única compañera.
Por eso,
cuando algún pájaro desconoce quién soy y se posa en mis brazos y no muestra
miedo alguno, soy feliz. Y le pido que se quede, le pregunto si está cansado,
si puedo hacer algo por él. Quiero saber de dónde viene, a dónde va. Le
pregunto si viaja solo. Le pregunto si está enamorado. Le pregunto sobre qué se
siente cuando uno es libre, cuando puede cambiar de lugar cuando se le antoje.
Le pregunto qué se siente cuando nadie le tiene miedo, cuando los niños corren
para jugar con él, cuando la gente le da de comer o cuidan de que otras
personas no le hagan daño.
Quiero que me diga qué es
vivir tranquilo, qué se siente al hablar con otros. Pero sobre todo quiero
saber qué se siente al saber que alguien espera que regrese
Quiero que me diga que allá
lejos, más allá de aquí, donde más triste no puedo ser, existe un lugar donde
la gente podría saludarme, se acercaría a mí y sería aceptado como soy. Un
lugar donde la pequeña Dorothy caminara junto a mi.
No es fácil ser espantapájaros
en un mundo que presume de ser perfecto y que reniega de los montruos que él
mismo crea.
Comentarios
Publicar un comentario