American coffe.

            Si tienes 3´11´´para perder déjame pedirte un favor. Busca en Youtube la canción You'll Never Know  de Rosemary Clooney y durante ese tiempo, si quieres, acompáñame.

            Mientras escuchas piensa en un tal Howard y una tal Laura, norteamericanos, marido y mujer incluso antes de conocerse. Imaginate a Laura sentada en la mesa de la cocina una mañana cualquiera de 1942 tomándose un café recién hecho, un café americano, mientras mira por la ventana, que en un arrebato de melancolía hace que en el tocadiscos suene esa canción, que piensa en Howard mientras finge bailar y finge que el filo de la taza son sus labios. Y le besa. Y tararea triste pero sensual con los ojos cerrados I speak your name in my every prayer…

            Imagínate a Howard extenuado, cansado, derrotado y sucio tras un día más de intercambio de balas en alguna ciudad de la que nunca había oído hablar, bebiendo algo de bourbon, fumando un cigarro liado con las hojas de una Biblia que ya no lee mientras mira una fotografía en blanco y negro y piensa en ella, imaginándola con ese vestido blanco que llevaba la última noche que cenaron juntos, cuando él prometió que volvería y Laura que siempre le esperaría. Y al momento en su cabeza cree oír su voz susurrándole You'll never know just how much I miss you…

            Ahora imagínate a Howard y Laura con 92 y 93 años respectivamente, ella tumbada en una cama de hospital y él sosteniéndose a duras penas de pie a su lado, porque es un veterano, porque tiene que resistir el dolor de rodilla como ella soportó el dolor de la soledad y la impaciencia sin saber si vivía o no. Laura casi no puede respirar, a penas es capaz de decir que le quiere, a duras penas responde con una sonrisa a sus caricias. Howard llora, pero tiene los ojos muy abiertos, una sonrisa brillante. 

             Sus manos recuperan el vigor que tuvieron una vez y se deslizan con suavidad por el rostro de Laura, my sweet Laura como siempre la llamaba. Los dos comprenden que aquella noche no dormirán juntos, que no tomarán el primer café de la mañana mirando por la ventana. Se abrazan y parece que bailan. Se abrazan y vuelven a ser jóvenes. Se abrazan y ella le pregunta si él sabe cómo es el lugar donde irá, si él sabe dónde  irá.

            Entonces Howard besa su frente sabiendo que será la última vez que la note caliente y le dice que no tenga miedo, que el lugar donde van los muertos lo eligen los vivos al recordarlos y el lugar donde tú irás, le susurra, estará lleno de flores, y sonará música, y siempre saldrá el Sol y siempre, siempre habrá una ventana donde tomaremos el primer café de la mañana porque no sé cuándo, pero pronto, estaré contigo otra vez, my sweet Laura.
            
            Ella cierra los ojos. Dice que está cansada. 

            Él comprende que se están diciendo adiós y solo acierta a decir hasta mañana.

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