Los cuadros de Julia.
La misión de la nostalgia no es hacernos recordar tiempos mejores o peores, pasados a fin de cuentas, que de alguna manera extrañamos. No, no es así. La verdadera misión de la nostalgia es hacernos recordar que seguimos vivos.
Y a mí hoy me ha visitado haciéndome recordar que el verano tuvo otro color bien distinto al que tiene esta mañana, haciéndome sentir vivo por tener el tremendo privilegio de tener algo que recordar. Y lo ha hecho así, a su manera, sin motivo aparente, trayéndome al despertar la voz de Paco Vázquez cantándole a Eva María. Y de repente me he visto con 10 ó 12 años viajando por España en un Citröen GS gris preguntando cada cinco minutos si habíamos llegado ya, cansando de aquel torito guapo que calzaba botines, viniéndome arriba con las palmas de los Chichos, cantándole con Juan Pardo a la música, con el olor de unos filetes empanados escondidos en el maletero, llorando desconsolado por aquel codazo de Tassotti, recorriendo endiabladas carreteras asturianas a lomos de un Peugeot 205 blanco escuchando a Rocio Durcal.
Y entonces sí, la nostalgia lo ha conseguido, ha cumplido su misión y me ha hecho sentir vivo.
Y me recuerdo maldiciendo las inagotables páginas de los cuadernillos de verano que me recordaban que había sido un estudiante regular, y me vuelvo a ver con las rodillas peladas, con unas Victoria blancas llenas de mierda, con un balón pelado entre las manos, descubriendo tesoros en los campos de un lugar de La Mancha de cuyo nombre a veces me acuerdo, dejando que el pelo se me blanqueara en las playas de Benidorm, haciendo que la bicicleta sonara como una Harley Davidson utilizando una botella de plástico, pasando más tiempo en la piscina que en la cama, viendo morir a Chanquete todos los años, jurando amistades eternas hasta finales de agosto, bebiendo un Cola Cao fresquito todas las noches sin miedo a engordar. Sin horarios, sin prisas, sin facturas, sin responsabilidades, sin nada más que una sensación inagotable de libertad.
Viviendo así, de esa manera, sin miedo. Viviendo, simplemente. Sintiéndome vivo.
Y ahora, mientras desayuno, lejos ya de aquellos, veo que el calendario me recuerda que estamos en el mes de julio de un verano en el que soy mayor. Pero este también, aún sin nostalgia, me recuerda que estoy vivo. Ya lo creo que lo estoy. Porque la nostalgia nace de vivir intensamente el presente para guardar en la memoria todo lo que en cada momentos sentimos.
En fín, ya es hora de empezar el día. Buscaré mi sombrero para ponérmelo no sea que al final del día caliente el Sol...
Chi ri bi ri bi po po pom pom…Chi ri bi ri bi po po pom pom.
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