Rio Tejo.

            Será que ya parece primavera o será que el calendario avisa de su llegada. No sé por qué será. Qué más da. Sea por lo que sea, el caso es que me acuerdo de ti. A veces miro nuestras fotografias y recuerdo lo bien que se te da posar. ¡Estás tan acostumbrada! Recuerdo que en primavera tienes otra cara, otra sonrisa, estás ilusionada, feliz, pletórica, alegre, despierta.  Y precisamente en este momento en qué aquí el día comienza a oscurecer me pregunto qué estarás haciendo ahora. Justo ahora mismo, en este preciso instante.
           
            Me pregunto si los heavies de la Gran Vía siguen haciendo guardia, me pregunto si aquel que dibujaba los carteles de los cines pasea ahora asustado por tantas luces, o cuántas parejas se acaban de prometer amor eterno a los pies del templo, o cuántas bicicletas han recorrido la rivera del Manzanares, o cuántos bocatas de calamares se han servido hoy en la plaza Mayor y cuánta gente sigue aún de latineo, o cuántos han fotografiado sus pies sobre el kilómetro cero pensando que en realidad todos los caminos que llevan a Roma también comienzan ahí.
           
            Me pregunto cuántos caminan por Huertas buscando el número 7 de la Calle Melancolía, o cuántas novelas comienzan en las mesas del Central, o cuántas almas recobran vida paseando por El Retiro, o si por los bulevares cercanos la gente olvida en las terrazas que mañana es lunes, o si desde la puerta de Alcalá se puede ver pasar el tiempo; y me pregunto también si bajo el Puente, allá en una albufera seca,  siguen soñando con la revolución.

            Me pregunto, ya de paso, si la Cibeles y Neptuno se consuelan mutuamente, si entre Goya y Velázquez se dan consejos para pintar el atardecer, o si el caballo de Felipe IV se ha tomado un respiro para posar las cuatro patas. Ya de paso me pregunto  si los fantasmas del Reina Sofía harán noche en el Palacio de Linares, si Fofó tiene hoy función dominical, o si tu imagen desde la cima de cualquier teta es la misma que ahora mismo estoy recordando.

            Puede que sea porque aquí el reflejo del Sol en el río me recuerda que está próxima la primavera, o que por los callejones veo niños jugar y veo ropa tendida, el aire huele limpio y fresco y me encuentro bien, y todos, los de aqui y los de fuera, llevamos una gran sonrisa porque el frío ya se ha ido y yo, sea por lo que sea, no dejo de pensar en tí.

            Me cuentan que sigues tan guapa como siempre. 

            Y me cuentan también que sigues cuidando de los mios.

            Gracias, amiga.


            Buenas noches,  Madrid.

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