Pequeñas victorias para grandes batallas.

          Cuando el horizonte es cada dia más lejano piensas que lo inteligente es desaparecer. Pero te equivocas, no es así. Solo tienes que seguir caminando, pero cambiar de dirección. Busca horizontes alternativos pero sin perder de vista el importante. Simplemente déjate querer, hazte el interesante. Los dos os deseáis, los dos quereis encontraros pero él se creé más importante. Y no, no es así; él no exisitiría si tú no le hubieses soñado.

            Cuando piensas que los sueños son cada vez más imposibles eliges creer que la realidad debe ser una, la que ves, y que poco puedes hacer por cambiarla. Pero no es así, no lo es. Aparta los más importantes y haz realidad aquellos más pequeños que te satisfagan hasta  alcanzar el mayor de todos. Los sueños se creen esenciales. Y sí, lo son, pero sin ti no serían nada, porque tú  los haces posible, tú los creas o los destruyes, tú les das vida.

            Cuando a la vida le da por hacerte la zancadilla y ponerte las cosas díficles piensas que lo mejor es no moverse, evitar al menos que duela. Pero no es así, te equivocas, temes la caída y te preocupa más caer que pensar en levantarte, darle otro sentido a la vida porque a ella no le perteneces, ella te pertenece a tí y solo tú tienes el poder de vivirla bien o de arruinarla, de cambiarla cuando pienses que está vacía, tienes el poder de cambiar cualquier cosa por pequeña que sea. De alcanzar esas pequeñas victorias.

            Y en esos días en los que todos los horizontes te parecen lejanos, todos los sueños imposibles, inalcanzables todas las vidas que quisiste, piensas que lo único que puedes hacer es conformarte y quedarte quieto; o bien (¡por qué no!) puedes correr hacia el autobús cuando las puertas se cerraron pensando que si lo alcanzas hoy recibirás un mensaje de esa persona de la que estás completamente enamorado, o que te darán una buena noticia, o que mañana simplemente pasarás a la acción y harás aquello a lo que tantas vueltas estás dando. Nuevos horizontes que hoy creías perdidos. Pequeñas victorias.

            Pero también puede ser que no, que nada de eso suceda pero dará igual, hoy llegarás quince minutos antes a casa. Podrás prepararte una cena distinta, tendrás más tiempo para ti, un tiempo que no pensaste tener, quizá seas tú (¡por qué no!) quien haga esa llamada. Y entonces mirarás otros horizontes, soñarás otros sueños. Y todo parecerá nuevo. Parecerá incluso mejor. Ya sabes, las pequeñas victorias.

            Tranquilo, no estoy loco, solo soy ese desconocido que has visto correr jadeante y ridículo hacia el autobús, que a duras penas puede ahora respirar, que no deja de sonreir y que parece hablar solo. Y no, no lo estoy. Solo estaba persiguiendo un nuevo horizonte.
           

            Y esta vez no se me ha escapado.

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