Por comenzar de alguna manera.
Mentiría si dijese que te esperaba, sería una cínica muestra de cortesía arrogante y egocéntrica que aún no me puedo permitir, incluso habiéndote invitado a venir. Simplemente quiero que te pongas cómodo, que por unos instantes te olvides de todo lo que pasa más allá de la pantalla de tu ordenador o smartphone, que te relajes con el único propósito de leer y enjuiciar, de pensar libremente y de disfrutar. Para navegantes y para aquellos que empiezan a nadar, quisiera avisarles que no vengan en busca de la excelencia literaria, evitarán así la decepción de quien busca El Dorado y se da de bruces con un polvoriento escombrero. Aquí solo podrás encontrar lo que encuentro, de vez en cuando, en mi cabeza cuando me da por escucharla, y expreso de la mejor manera que se me ocurre. Encontraras opiniones y críticas tan personales que caerás en un error si las haces totalmente tuyas. Caerás en el tremendo error de carecer de personalidad y ya la perdemos hoy suficientemente como para que venga ahora un loco que se aburre a meternos sus ideas con calzador. Ni mucho menos. No tengo claro todavía cuál es la intención verdadera de todo esto, simplemente lo veo como un desahogo, como una manera de poner en orden los pensamientos que, de cuando en cuando, me visitan. No sé si lo haré bien o mal, pero sé que tengo que hacerlo. Cuando los médicos descubran algún remedio válido para combatir la enfermedad del exceso de pensamientos, quizá me plantee la posibilidad de dejar todo eso atrás.
Pensarás, querido amigo, que todavía no te he dicho que podrás encontrar en estás páginas virtuales. Es tan sencillo que me resulta imposible concretarlo. A veces me limitaré a hablar de lo que la cotidiana realidad ponga frente a mi, otras, te abordaré con lo primero que se me pase por la cabeza y en algunas ocasiones ni siquiera sabré que estoy escribiendo hasta que ponga el penúltimo punto y final. Sea como sea, y sin pensarlo demasiado salvo para cuidar las formas lo justo y necesario, en ocasiones seré brusco e hirientemente sincero, otras políticamente descortés, muchas otras no estarás de acuerdo conmigo y pocas veces ocurrirá todo lo contrario. En fin, que para no cansarte, hablaré únicamente de lo que quiera hablar. Solo te pido que, pienses lo que pienses, digas lo que digas, hagas lo que hagas, que sea por ti mismo. No te quedes solo con el mensaje, piensa cómo podrías mejorarlo para hacerlo tuyo.
Piensa, sencillamente, piensa. Y participa. Hablemos.
Ha sido un placer darte la bienvenida.
Vuelve cuando quieras.
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